Organicémonos para caminar juntos
- mentestudiosa
- 29 oct 2013
- 3 Min. de lectura
SI LUCHAMOS PUEDE QUE PERDAMOS,
PERO SI NO LUCHAMOS ESTAMOS PERDIDOS
En una sociedad donde, con frecuencia, los intereses se imponen a los principios y algunos, muchos, ansían prestigio debido a su necesidad innata de sentirse superiores (en un impulso por imitar a la clase ociosa), tenemos que dotarnos de la suficiente autonomía crítica para pensar y actuar independientemente; sin los estímulos y condicionamientos de los publicistas del sistema, que tratan de que asumamos que nada se puede hacer.
El consumo se ha convertido en voraz; una implacable condición impuesta desde arriba por una sociedad donde la riqueza y el poder dependen del consumo masivo. Y nos encontramos ante un cambio generacional muy distinto al de hace unos años, una forma muy diferente de entender la sociedad, el trabajo, la lucha, el compromiso, los ideales, etc.
Y se hace cada vez más difícil conectar a las personas, a los trabajadores. Se constata una fractura casi total entre trabajadores jóvenes y trabajadores con cierta antigüedad en la empresa. Entre adolescentes y veinteañeros, entre éstos y treinteañeros; y así sin fin. Parece como si la despreocupación se haya instalado y no quiera irse. Pero es necesario romper el ostracismo que se propaga.
Todos hemos de tender puentes que consigan enlazar el mayor número posible de formas de pensar, de avanzar, de sentir; y resulta muy difícil. Y en esta situación no se puede desfallecer y tendremos que intentar una y otra vez, incansable y obstinadamente, ese contacto, tratando de encontrar inquietudes y problemas comunes. Es una tarea compleja, no imposible, y merece la pena hacerla. Pero no cabe duda que si aún sentimos el sindicalismo como una forma de cambio social y de lucha por la mejora debemos intentarlo, sin desfallecer por los fracasos y/o las adversidades.
Puede que la utilización de las nuevas tecnologías ayuden a establecer canales fluidos de comunicación; pero no será suficiente. Pero a la vez hemos de saber conservar los pilares básicos de la lucha de clases, alimentando los ideales de una justicia social, de un equilibrio de fuerzas y de un justo reparto del bienestar. Tenemos que conseguir que las condiciones de trabajo sean uno de los principales valores del trabajador, no por casualidad ocupa casi un tercio de nuestra vida. Nuestro puesto de trabajo se ha convertido en algo más que nuestro medio de vida principal; y puede y debe ser un factor de unión.
No podemos dejar de movernos, de dar la batalla, aunque el final sea inevitable. No sólo es importante lo que se consigue, sino la manera en que hemos vivido para tratar de conseguirlo. Inculcar el sentido del orgullo por lo realizado, aunque no se hayan logrado las metas previstas o deseadas, es un elemento movilizador y motivador. Hemos de insistir en ello, sin dejar de ser beligerantes con el egoísmo en todas sus formas, porque es el germen de la desunión y el enfrentamiento.
Esta sociedad que nos rodea no para de moverse, y si no percibimos los cambios éstos nos arrollarán. Es, por tanto, necesario estar siempre atentos para avanzar. Puede que no siempre podamos evitar los cambios pero, si queremos y nos esforzamos, es muy posible que juntos podamos modificarlos, cambiándolos de ritmo y/o dirección.
Porque no basta con que no nos guste la situación. Hay que dar el siguiente paso: la protesta, la manifestación, la lucha. Expulsar ese malestar y entrenarnos en la movilización para transformar las cosas.
Organicémonos para caminar juntos.
Commenti