El derecho a criticar
- mentestudiosa
- 23 nov 2013
- 2 Min. de lectura
Siempre habrá políticos (títeres de los poderes fácticos) que quieran coartar la libertad de expresión de los ciudadanos, de los trabajadores y de sus representantes. Limitar los derechos sociales de las personas, las competencias sindicales, y acallar cualquier protesta; para así, ser totalmente libres para mentir, prevaricar, expoliar lo público, robar, etc. Ellos, los políticos, que constante e impunemente insultan a la inteligencia de la ciudadanía, con sus campañas de propaganda falsas.
No insulto, ni califico a los políticos con términos homófonos, o sexistas o que se relacionen con su esfera personal-familiar. Pero tengo, tenemos, todo el derecho de criticar, con los adjetivos (despectivos o no) según nuestras propias ideas, a esos cargos públicos.
Porque como ciudadanos estamos legitimados para expresar nuestras opiniones de esas labores de quienes dicen representarnos, a exponer nuestra rabia por las consecuencias negativas de sus decisiones políticas; pues también sufragamos sus elevados sueldos y prebendas.
Y lo hago gritando para que me oigan, para que se avergüencen, para que con el eco de mi voz otros más se enteren y salgan de su frustración y la dirijan a quienes la provocan.
Ahora, también, en este aspecto referido a las Libertades, endurecen las leyes, por si poco estuviesen ya tras la Ley “Corcuera”. En el nuevo proyecto de Ley de “Seguridad Ciudadana” proponen la introducción de sanciones administrativas, para numerosos actos de crítica al Sistema. Desde escalar una fachada de un edificio para colocar una pancarta contra el vertido de residuos petrolíferos en el mar (por ejemplo, sería multado con 1.00€), la protesta ante la comparecencia en los juzgados de un político corrupto, etc.
Todo ello, incrementando, en muchos casos, la sanción que podrían llegar a imponer los jueces; y sin tutela legal efectiva. Se pretende implantar una manera dictatorial de represión.
No son buenos tiempos para la libertad, los poderosos se blindan, se convierten (o eso pretenden) en una casta privilegiada, al margen de la crítica, sordos a las personas. Y, aún así, nos lo querrán vender como una forma para garantizar la convivencia.
Estos recortes nos afectarán a todos (salvo a esos “intocables”); porque se nos amordaza la voz, se nos quiere impedir responder.
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