La que se nos avecina… aún más
- mentestudiosa
- 9 ene 2014
- 3 Min. de lectura
Dicen que estamos en crisis, porque ellos no consiguen los beneficiosos asombrosos que estaban consiguiendo, que año tras año veían incluso incrementar. Se resisten a que se reduzca su amplio margen de beneficios. Son voraces, y una vez han exprimido el sector inmobiliario necesitan otros negocios especulativos, que sacien su irrefrenable ansia poseer cada vez más.
Sirva como ejemplo el precio de la vivienda en España. Ahora está cayendo porque en los años precedentes ha subido escandalosa y artificialmente. No es España el primer caso ni el único (sólo hay que fijarse en EE.UU.) caso; ni posiblemente será el último. “La verdad se defiende por sí sola; sólo el embuste necesita apoyo del gobierno”; así sentenciaba un filósofo griego.
Tráfico de armas, de personas, de animales; todo les vale para seguir amasando. Ahora, también, trasladan sus glotonerías de negocios a las materias primas, especulando con productos básicos (arroz, trigo, petróleo) lo que causa una subida alarmante en los alimentos, y un retroceso en la lenta lucha contra el hambre en el mundo. A ellos solo les importa ganar, cada vez, más sin que los demás ni el medio ambiente les frene.
¿Estáis seguros que hay crisis?; lo que se ha producido es el final de una especulación que nadie quería ver; pues muchos, de una manera u otra, estaban beneficiándose de ella. No hay un crecimiento equilibrado ni acompasado. Y el despertar es doloroso, especialmente cuando se habían contemplado unas plusvalías tan jugosas; y a estos juegos de altura se habían sumado también desde la clase trabajadora.
Pero necesitan crear miedo y alarma, para que nos sacrifiquemos, otra vez, en aras a conseguir remontar este mal momento. Y se envalentonan los dirigentes del sistema, se atreven a decir que hay que “apretarse el cinturón”, nos piden que seamos “patriotas” apoyando al gobierno sin discutir.
En Europa, también, corren tiempos de mayor liberalismo, los países se alían para empeorar las condiciones de trabajo. Buscan eternizar el tiempo que dediquemos al trabajo, alargando las jornadas, reduciendo el descanso.
Los trabajadores seguiremos perdiendo, necesitando más años de trabajo para poder alcanzar la jubilación, obteniendo unas pensiones más bajas, trabajando más cada día para poder subsistir en esta sociedad que consume sin medida, ansiosa y compulsivamente, sin freno y derrochando todos los recursos. Los ciudadanos seguiremos pagando más por los servicios públicos, padeciendo cómo se privatizan algunos, cómo se deterioran otros. Y ellos siguen sin pagar sus crisis.
Saldremos de esta situación (crisis o sinónimo) cuando a ellos les parezca bien, cuando se hayan desprendido de algunos competidores igual de feroces que ellos, cuando hayan vuelto a llenar sus arcas, cuando hayan encontrado otro filón que explotar, cuando se den cuenta que con su voracidad acabarán comiéndose a sí mismos y de nada les valdrá su riqueza.
Puede que no consigamos dar, en breve, un giro a la situación, ni que consigamos quitarnos este yugo que nos oprime. Pues la conexión económica es planetaria, no hay país o región que tenga algo de interés (para estos tiburones del mundo) que consiga mantenerse al margen de este sistema y poder sobrevivir.
¿Hasta cuándo? Posiblemente hasta que tomemos conciencia de nuestro verdadero potencial y consigamos adelantarnos a los gobernantes y a las instituciones. Entonces podremos vivir, no sólo sobrevivir y retomar esos sueños rotos. Hace falta un nuevo mayo de 1968 y que vuelva a imperar el lema que gritaban las gargantas: “Queremos decidir nosotros mismos cómo vivir”.
Comments