No importa recordar de vez en cuando…

… unas pautas para relacionarse mejor con uno mismo y con los demás.

A veces hemos de repetirnos, por si lo hemos olvidado, estas cuestiones. Y así volver a ser tolerantes, primero, incluso, con uno mismo. Dejando el perfeccionamiento extremo y la intolerancia para aquellos que busquen crearse un estado permanente de ansiedad y descontento.

Son unas ideas que facilitan relacionarse con uno mismo y con los demás de una manera eficaz, y llevar una vida más satisfactoria

Hemos de pensar que la vida está hecha para disfrutarla; que no es un mal trago que hay que pasar. Al contrario, es un regalo para disfrutar y aprovechar.

Tenemos que poner ilusión en lo que tengamos que hacer. Y la ilusión viene principalmente del compromiso; por ello, cuanto más trascendentes sean los compromisos, mayor será la ilusión por seguirlos.

“Si algo te apasiona, te encanta y encima se te da bien, nunca vuelves a trabajar, porque vives la vida que te corresponde vivir” Confucio, Mihály Csikszentmihályi.

Hay que echar mano de la responsabilidad en las etapas más apuradas, cuando la ilusión falla. Cierto es que nos apetece todo lo que nos da seguridad, en la que podemos diluir nuestra capacidad de empatizar con ellas. No siempre se puede esperar disfrutar de todo lo que se haga. Pero nuestra forma de comportarnos influye también en nuestro modo de pensar.

Y ser conscientes que los resultados no dependen enteramente de nosotros; dependen, también, de factores externos sobre los que no se tiene control.

Pero sí podemos prever; al hacerlo presentamos sus consecuencias, estamos solicitando consejo de nuestros ancestros. Aunque al cerebro le resulta difícil predecir el futuro, por: su deficiente facultad para reconstruir representaciones mentales al margen de la realidad; su mejorable flexibilidad para cambiar de opinión.

También interioricemos que no somos perfectos, pero que tampoco es necesario serlo. Porque la imperfección es común a la naturaleza humana; estamos limitados por naturaleza y tenemos que reconocer nuestros defectos y limitaciones. Pues la búsqueda del amor y aceptación de los demás es generalizada e irrefrenable.

Tratemos de convivir con naturalidad con la imperfección de los demás; no significa compartirla, pero sí poniendo énfasis en sus fortalezas y apreciarlos por lo que puedan aportar.Podemos dejar de exigirnos (a nosotros, a los demás, a la realidad) que se amolden a nuestros intereses. Aceptemos nuestras limitaciones con naturalidad, e intentemos mejorarlas cuando sea posible.

Evitar la queja, pues no suele solucionar las situaciones y nos paraliza para la acción. Es preferible centrar nuestros esfuerzos en identificar qué podemos hacer nosotros para que la situación cambie. El futuro depende de nuestra capacidad para profundizar en el conocimiento de las cosas.

Valoremos lo que se tiene por encima de lo que no se tiene, más lo conseguido que lo que nos queda por conseguir; porque nos da satisfacción personal. Al no tener una concepción pausada y responsable del tiempo, se vive dominado por el optimismo o el pesimismo. Contemplando el pasado y el futuro en perspectiva, se comprenderá que cualquier tiempo pasado fue peor (los niveles de violencia están disminuyendo y aumentando los de altruismo) y que cualquier periodo del futuro será mejor.

Sin olvidarnos de simplificar y huir de la complejidad. Valorando las cosas agradables por muy cotidianas que sean, y no darlas por supuestas. Y tratar de minimizar y de superarse ante los hechos desagradables, y de disfrutar con intensidad y valorar los agradables. Priorizando y centrándose en lo importante, tratando de alcanzar objetivos que merezcan la pena.Situándonos en el mundo, no creyéndonos ser el centro de él.