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¡Quiérete, al menos, un poco a ti mismo!

  • Foto del escritor: mentestudiosa
    mentestudiosa
  • 15 jul 2014
  • 4 Min. de lectura

La autoaceptación, autoamarse de manera realista y sana, es el prerrequisito para dar amor a otros. Quererte a ti mismo es contemplarte, cuidarte y expresarte amor de manera responsable, buscando tu crecimiento personal y no tu rutina.


Quererse a sí mismo es quizás el hecho más importante que garantiza nuestra supervivencia; aunque está mal visto que nos demos demasiado gusto, porque es considerado sospechoso, síntoma de narcisismo y suficiencia. Es navegar contra la corriente de la masificación y la intolerancia socio-cultural. Desplázate en el sentido contrario al que marcan muchas convenciones, sin caer en el otro extremo.


El reto es hallar tu dimensión personal y las distancias adecuadas para quererte cómodamente, sin sobresaltos, ni culpas; el solo intento es saludable. Utilicemos estándares racionales para aceptarnos; lo importante es gustarse a sí mismo.


Descarta la perfección física y los criterios estrictos. Descubre y destaca las cosas que te gustan a ti. Estas son unas estrategias para pelear contra la baja autoeficacia, o conservarla en un punto adecuado:


  • Elimina el “no soy capaz”, pues inmoviliza. No te menoscabes.


  • No seas pesimista. Analiza si el fatalismo está influenciando exageradamente tu juicio.


  • No seas fatalista. El mundo es modificable; el pasado no te condena, sólo te puede influir.


  • Trata de ser realista, se objetivo con tus éxitos y fracasos. Las cosas no son totalmente buenas o malas.


  • No recuerdes sólo lo malo.


  • Revisa tus metas.


  • Ponte a prueba y arriésgate.


Porque no se nos enseña a autoquerernos, a confiar en nosotros mismos. No nos autoexpresamos afecto de manera sistemática y constante. Darte gusto implica la autoadministración de cualquier cosa que te haga sentir bien, y no sea nocivo.


El que sabe quererse deja su marca en todas las cosas, su “territorio” está diseñado por él. Pregúntate si lo que has construido a tu alrededor contribuye a tu felicidad.

“Sentir” es una manera de investigar y explorar qué te gusta y qué no. Es la condición sine qua non para descubrir maneras de quererte a ti mismo. Un espíritu desinhibido y sin restricciones emocionales favorecerá el desarrollo de una sensibilidad aguda y perceptiva, la cual mejorará la comunicación efectiva.


Atento, se olvida uno de sentir cuando se envicia por el control. Por ello, también, hemos de explorar y no colocar restricciones irracionales a las emociones, acercándonos a una forma de vida hedonista, alegre:


  • Sacando tiempo para el disfrute. No haciendo de la responsabilidad una obligación extenuante y dogmática.


  • Decidiendo vivir hedonistamente. La búsqueda del placer no es mala, no es promulgar la vagancia, la irresponsabilidad y los vicios. Es vivir intensamente y ejercer el derecho a sentirte bien.


  • Explora, busca, indaga. Arriésgate, improvisa, déjate llevar por la intuición.


  • No racionalices tanto las emociones agradables, pues la mayoría de las reacciones afectivas agradables escapan a la razón. Un sentimiento positivo, si no es perjudicial (para ti u otros) no necesita explicaciones y la autoexpresión de sentimientos positivos nos hace sentir bien.


Además, la cultura nos enseña a “autogolpearnos” cuando nos equivocamos. Si se disimulan las virtudes, o se resta importancia a los logros, es halagado y aceptado; se implanta la “virtud” de no quererse a sí mismo, es un estilo de excesiva moderación. Unas razones por las que se apela a negar el autoelogio: no soy merecedor, no fue gran cosa; se ve la modestia o la subestimación como acto de entrega y humildad.


Como estamos demasiado orientados “hacia afuera”, buscando la aprobación de los demás, no gastamos tiempo en gustarnos. Nuestro sistema de socialización se ha orientado más a prevenir excesos afectivos, que a los estados de tristeza y depresión causados por inseguridad o autocontrol negativo. La suficiencia y la seguridad excesiva molesta.


El autoelogio es una manera de hablarte positivamente, es una forma de contemplarte y reconocer tus actuaciones adecuadas, permite el fortalecimiento de la autoestima, genera buenos hábitos de higiene mental y posibilita que esta conducta se repita en el futuro.


Autoelogiarse es considerado de mal gusto. Pero es una necesidad; aunque no debe usarse indiscriminadamente, sino aplicarlo a conductas que valgan la pena.


La autorecompensa (autoadministrarnos estímulos positivos) es otra manera de autoexpresarte el afecto; evita que te vuelvas insensible a tus logros. Disponer de varias formas de autorecompensa es organizar un ambiente motivacional sano para tu salud mental.


Permítete no ser tan normativo. Trata de no ser perfeccionista, la autocrítica es buena y productiva si se hace con cuidado. Intenta ser benigno, habla sólo en términos de conductas. Concéntrate en los matices, piensa en alternativas y excepciones a la regla. Escucha a quienes piensan distinto de ti, deja entrar la información y luego decide.


Revisa tus metas y las posibilidades reales para alcanzarlas. Exígete de acuerdo con tus posibilidades y habilidades, definiendo los “escalones” para la meta.


No autoobserves sólo lo malo. Pues si sólo te concentras en tus errores, no verás tus logros. No pienses mal de ti, busca calificativos constructivos, ejerce el derecho a equivocarte. El aprendizaje no debe ser por ensayo-error.


Los errores sólo te recuerdan que eres humano.

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