top of page

Si nos atenaza la ansiedad

  • Foto del escritor: mentestudiosa
    mentestudiosa
  • 23 jul 2014
  • 3 Min. de lectura

La ansiedad es un proceso normal en el ser humano, es una respuesta automática del cerebro reptiliano cuando interpreta que existe un peligro en nuestra vida; huida o evitación son los síntomas típicos.


Si nuestro cuerpo interpreta que existe un peligro imaginario, nos bloqueamos y quedamos indefensos. La solución está en entender tu proceso interno y en descodificar la interpretación de la realidad equivocada que hace tu cerebro. La ansiedad, los nervios, la angustia o el estrés son denominaciones del miedo.


Mientras que la depresión se produce porque el pasado invade el espacio del presente, la ansiedad porque el futuro invade el presente; lo que conlleva miedos y dudas, que paralizan nuestras expectativas y bloquean nuestras ilusiones.


La ansiedad es un estado de inquietud curioso, porque empezamos a sufrir en el presente por algo que ni siquiera sabemos con certeza que se va a manifestar en el futuro.


Pero hay que tener claro que sólo sentimos el presente. El contacto con la realidad está en el presente, es lo único que existe. Es el pensamiento el que nos hace seguir en contacto con la realidad (salud) o quien nos hace desviarnos de la realidad (trastorno).


Así que nos interesa conocer cómo desarrollar en nosotros la resiliencia, la elasticidad y los mecanismos para mantener nuestra homeostasis (estado de equilibrio) cuando las circunstancias en las que nos encontremos sean difíciles/adversas. Ya que algunos estados de ánimo merman severamente la salud, favorecen el envejecimiento y predisponen a la enfermedad, pues desgastan los cromosomas y las células.


La serenidad no surge de vivir en las circunstancias ideales; es la capacidad de mantener centrada la atención, en medio de la dificultad, en aquello que para ti es una prioridad. Tomar el control de la respiración es el paso más directo, rápido y eficiente para acceder de nuevo a un estado de equilibrio.


Cuando nos ocurre algo que no nos gusta, se pone en marcha la emoción de la frustración (o ira, etc.); si quieres salir de ella has de entender lo ocurrido, aceptar y reconciliarnos con la realidad (esto nos impulsa a la acción); no resignarnos, porque lleva a la inacción dolorosa.


Pero frente a un imprevisto, para no tenerle miedo, podíamos hacernos unas preguntas:


  • Cuál es el hecho y cuál es mi primera evaluación, sin confundir con interpretaciones.


  • Recordar nuestras prioridades originales.


  • Siempre hay otras interpretaciones posibles y exploro esas posibilidades; sólo necesito encontrar el ángulo que me permita utilizar ese hecho en favor de mis objetivos.


Ya que enfocarnos en que las cosas deberían haber sido de otra manera nos desgasta en enojos, protestas, culpas, etc.


Si las circunstancias cambian abruptamente, una buena estrategia es: detenerte y rediseñar un plan, pedir ayuda o cambiar el método. Dado que las circunstancias en sí mismas no son ni buenas ni malas, sino neutras; simplemente son. Y los planes no se hacen para seguirlos ciegamente, sino para conseguir algo.


Hemos de adquirir un fuerte compromiso (y persistencia) para que:


  • Ningún hecho ponga en marcha emociones disfuncionales, evitando que nos atrapen.


  • Aceptar esta situación para crear y evolucionar con serenidad.


  • Considerar la posibilidad de que detrás haya un espacio mejor.


  • Buscar lo mejor que hay en cualquier persona.


  • Pedir ayuda, para mejorar la relación con los demás y consigo mismo.


El no poder localizar la causa del sufrimiento es lo que nos hace sufrir. Saber vagamente lo que me sucede es el inicio de su solución. Y la clave es volver a ganar el dominio, el control, de nuestra atención, manteniéndonos en el presente (no dejando que nuestra mente viaje al pasado o al futuro).


Si la emoción es muy intensa lo mejor no es resistirse, sino dejarse envolver por ella, sin juzgarla, explorando e intentando localizar la raíz de lo que estás experimentando; así se irá disolviendo.


Necesitamos abrazar estas emociones incómodas si queremos crecer y evolucionar como personas. La búsqueda de uno mismo implica superarse una y otra vez, para ir expandiendo los límites de la propia identidad.


Sustituyendo la vergüenza y la culpa por el ejercicio de la responsabilidad. Así nuestros sentidos podrán captar elementos de la realidad tapados por nuestra mente enjuiciadora.


Cuando comprendas la importancia de vivir cada momento, sabrás que eres el dueño de tu existencia. Crecer es ser consciente de que vives, de cada instante. La vida no es un destino, es el propio camino.


Porque cuando nos sentimos confusos y perdidos es porque estamos a punto de hacer un descubrimiento; hay que tener el coraje, la confianza y la certeza de que algo valioso está aflorando en nosotros.

Imagen de Si nos atenaza la ansiedad.jpg

Comentários


Posts destacados
Posts recientes
Buscar por Tags
Sigueme
  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • Google Classic
Sigueme
  • Blogger Classic
  • Google Classic
  • YouTube Classic

© 2013 Juan A. González

Desarrollado por: D¡ME

bottom of page