Los hábitos

Una conducta inadecuada en un área tiene repercusiones en otras de su organización psicológica, lo que hace surgir ansiedades, tensiones que influyen en la sensación de confianza ante otras situaciones.

Pero cuando una conducta no tiene consecuencias se debilita y, al final, desaparece del repertorio de conductas. El no tener motivación es el único modo de extinguir una conducta; el castigo simplemente la suprime.

Para conseguir un cambio permanente hay que alterar los hábitos y prepararse un plan para el resto de la vida. Se tiene falta de autocontrol, fundamentalmente, porque: se vive bajo el control de los estímulos exteriores (olor, vista, etc.), se aprendieron malos hábitos (que evitan circunstancias que producen tensión).

Pues la incapacidad de decir No tiene varias consecuencias:

• Te lleva a actividades que te hacen perder el respeto por ti mismo.

• Te distrae de lo que realmente deseas.

• Al permitir la explotación continua, por los demás, crece el resentimiento.

• Contribuye a la falta de comunicación con los demás.

Por ello, hay que aplicar los principios del dominio propio: identificar los estímulos que “te obligan” a hacer esa actividad (comer, beber, etc.) y eliminarlos. Elige la conducta específica que deseas transformar, elimina las motivaciones que mantienen las malas costumbres, y sustituye/refuerza las motivaciones que incrementarán la conducta deseada.

Podemos resumir, en cinco, los pasos para asegurar la modificación de un hábito:

1. Identificar el hábito a transformar, incluyendo las condiciones (de manera que se puedan medir) según las cuales tiene lugar la conducta. Anotando cómo, cuándo, qué, por qué, dónde, etc. los realizas, para comprender también los estímulos asociados. Examinar los hábitos actuales:

· Midiendo la conducta, para ver con qué frecuencia tiene lugar, antes de fijarse el programa. Llevar la cuenta.

· Estudiando toda la sucesión de la conducta.

2. Hacer un contrato de intención específica, declarando que quieres cambiar la conducta.

3. Examinar la situación y tratar que la conducta a transformar resulte difícil de realizar, y más fácil cumplir la conducta deseada. Controlando los estímulos que anulan la conducta no deseada, disponiendo el ambiente con el fin de eliminar todo lo que favorezca la conducta a eliminar, y que refuercen todo lo que favorezca la nueva conducta.

4. Descubrir qué consecuencias (inmediatas) de la conducta que se desea suprimir sirven para motivarla/activarla. Sólo importa/motiva la consecuencia inmediata del acto. Puede que sea preciso cambiar la conducta de las personas que te rodean para evitar las consecuencias que mantienen/incrementan el hábito. Eliminando las motivaciones que conserven la conducta no deseada. Controlar los impulsos, reduciendo los estímulos relacionados con el acto (ej. controlando cómo y cuándo).

5. Establecer el hábito deseado, el conocimiento exacto de la conducta deseada y un sistema de motivaciones que funcionen contigo. Prepara un sistema de motivaciones positivas (y creativas); prémiate a sí mismo.

En el desarrollo de nuestros hábitos o destrezas se dan unas etapas:

· Inconsciente e inexperto. Se desconoce el comportamiento o hábito en cuestión. No se es consciente o no se está interesado en aprender esa nueva destreza.

· Consciente e inexperto. Consciente del nuevo comportamiento, pero no has desarrollado las destrezas necesarias. Si se aplica y practica se llega a la siguiente etapa.

· Consciente y experimentado. Adquiridas las destrezas te encuentras cada vez más a gusto con el nuevo comportamiento.

· Inconsciente y experto. Ya no tienes que volver a pensar en ello, no eres consciente del hábito, lo has incorporado a tu verdadera naturaleza.

En definitiva, somos aquellos en quien nos convertimos