El optimista
- mentestudiosa
- 28 abr 2015
- 2 Min. de lectura

Los optimistas son personas que esperan que les vayan bien las cosas y se predisponen a ello.
Las personas optimistas, ante la adversidad, suelen pensar que se trata de una desventura pasajera, de la que se recuperarán. Sin sobrecargarse de culpa por lo ocurrido, sino sopesando su grado de responsabilidad y posibles fallos ajenos. Y ante situaciones dichosas tienden a pensar que “la buena fortuna” es la regla y perdura, juzgando que se merecen la recompensa, pues piensan que contribuyen a que se produzcan esos buenos momentos.
El pesimista que protesta y se defiende no puede ser pesimista. Pues, a las personas optimistas les mueven las ilusiones, por eso “pelean” y no se rinden ante la adversidad.
Las personas de talante optimista hacen gala de su sentido pragmático al guardar y evocar preferentemente los buenos recuerdos. Porque una visión favorable del pasado alimenta la autoestima y nos predispone a confiar en el presente y el futuro.
Está comprobado que quienes disfrutan de un razonable sentido de control sobre sus circunstancias, se enfrentan más positivamente a los problemas que quienes piensan que no controlan sus decisiones o éstas no cuentan. Y atenúan mejor sus emociones negativas.
Asimismo, una persona optimista demuestra realismo cuando reconoce que no es justo juzgar el pasado con la ventaja de saber los resultados de las decisiones que se tomarán, aceptando la inalterabilidad de la vida ya vivida, reconciliándose pacíficamente con los conflictos que no pudieron resolver, con los errores que no rectificaron y con las oportunidades perdidas.
Está demostrado que un estado de ánimo positivo estimula los recuerdos placenteros y bloquea las memorias desagradables. Otro aspecto positivo de la actitud optimista es que con el tiempo estimula a los damnificados de las calamidades más funestas, a liberarse del rencor y del papel de víctimas.
Cualquier trabajo que realicemos para cultivar emociones positivas implica identificar y fomentar las situaciones bajo nuestro control que nos producen sentimientos de satisfacción, y tratar de eliminar/reducir aquellas que nos entristecen. Nos reporta beneficios concentrar nuestros esfuerzos empezando por las relaciones con otras personas, y los que nos aporta hablar.
En la medida en que los valores culturales coinciden con las oportunidades de las personas, éstas van a percibir los objetivos que se trazan desde una perspectiva optimista. Así, el nivel de optimismo es también alto en aquellas sociedades en las que predomina el individualismo sobre el colectivismo.
El talente optimista abunda en el mundo; en el extremo positivo están los habitantes de Dinamarca, Suecia, Suiza, Noruega, EE.UU., Italia, Canadá, Irlanda, Francia, España. En el polo opuesto: Rusia, Ucrania, Georgia, Corea del Norte.
Un ejemplo, la glorificación del concepto de felicidad es tal en los EE.UU., que han creado una cultura con mitos que ensalzan la disposición optimista. El más antiguo consiste en la idea de que con optimismo se puede vencer cualquier adversidad.
El talante optimista se potencia: alimentando estados emocionales gratificantes en el día a día, fomentando estilos positivos de pensar
y enjuiciando las cosas que nos afectan.
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