Cómo “creamos” el cerebro
- mentestudiosa
- 28 ago 2015
- 2 Min. de lectura

Los genes contienen instrucciones para gran parte del desarrollo inicial del cerebro, pero carecen de poder absoluto para determinar cómo responderá. Así pues, la genética es importante, pero no determinante.
Nuestro cerebro conserva los tres componentes básicos presentes en los vertebrados más simples:
El rombencéfalo, que controla las sensaciones y el movimiento de los músculos de la cara y garganta.
El mesencéfalo, se encarga de algunos movimientos de los ojos, y aspectos rudimentarios de la audición y la visión.
El prosencéfalo, que contiene la corteza cerebral, formada por capas de neuronas. Es el cerebro propiamente dicho. Coordina las funciones sensoriales y motrices automáticas. Constituye el 80% del total del cerebro.
Y en la creación del cerebro del feto, la migración de las neuronas, de un lado a otro, puede marcar la diferencia entre un funcionamiento normal y uno deficiente. En su viaje están guiadas y alimentadas por las células gliales. El alcohol, la nicotina, las toxinas, la falta de nutrientes (ácido fólico) pueden interrumpir esta migración.
Es importante remarcar, que el cerebro que se desarrolla en el feto es extremadamente sensible a su entorno; por ejemplo:
La nicotina puede reducir el flujo sanguíneo que recibe el feto y la placenta, haciendo que disminuya el ritmo cardíaco. Incrementa la probabilidad de aborto espontáneo, las anomalías genéticas, el retraso mental, etc.
El alcohol provoca deficiencias en la migración celular y malformaciones cerebrales, y problemas de salud mental. Especialmente dañino en las seis primeras semanas.
La cocaína, tiene efectos similares al alcohol.
La desnutrición; la escasez de ácido fólico (hierro, vitamina B12 o ácidos grasos) puede retrasar el desarrollo del cerebro, perjudicando la cognición.
El consumo excesivo de vitaminas A y D puede interferir en la neuroquímica del cerebro, llegando a ser tóxico.
Las toxinas (plomo, pesticidas, antibióticos, gases anestésicos) pueden perturbar la química cerebral.
Por todo ello, sería recomendable, también, que los tres meses anteriores a la concepción, el padre no se sometiese a estos productos.
Aunque, al final del embarazo mueren casi la mitad de las neuronas; se eliminan las conexiones erróneas y débiles que pudieran inhibir el funcionamiento eficiente, apropiado.
Lo que somos, en su mayor parte, es el resultado de la interacción de nuestros genes y nuestras experiencias; no resultan los enfoques simplistas. Es verdad que desde hace unos años se descubren nuevas ligazones entre genes y algunas enfermedades; pero es casi excepcional que un solo gen controle algo, la mayoría de nuestros caracteres se deben a una interacción de muchos genes, así como a la influencia del entorno.
También, el principio de la vida es crítico para controlar el estrés. Cuanto más amablemente se trate al niño produce más serotonina, sustancia química del cerebro que controla el comportamiento agresivo; y en el futuro será más capaz para controlar el estrés.
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