No tenemos por qué ser perfectos

Es imponerte una tensión permanente y, creo, innecesaria. Que sólo te provocará insatisfacción por tus logros y/o intentos de alcanzarlos; incluso llegue a empeorar tu desempeño de las tareas.

Quizás sea preferible adoptar una actitud que nos ayude a mejorar, sin el estrés añadido de buscar lo inalcanzable. Cada uno, si reflexiona un poco, conseguirá darse cuenta de qué puede abarcar y cómo; cuándo tiene el "vaso lleno".

Digo mejorar/avanzar/etc., porque entiendo que seguir igual, cuando el entorno es (y no hay duda alguna) cambiante, es empeorar nuestra respuesta al mundo, que no se adapta a uno, sino al revés. De nada nos servirá rechazar esta evidencia.

Porque una de las cuestiones es pensar las cosas de antemano y llevarlas con rapidez cuando llega el momento. Ya que si no estás resuelto previamente, te resultará difícil afrontar una situación.

Esto nos lleva a que, a mi juicio, nos vemos "obligados" a aprender constantemente. Por este motivo, si adoptamos una postura más proclive al cambio (que es, en definitiva, el aprendizaje) estaremos viendo, y no temiendo, el futuro llegar.

Estudiamos las palabras y las obras de los antiguos para apoyarnos en su sabiduría y evitar el egoísmo, quitándonos los prejuicios.

Pues existe un nivel de inteligencia trascendente, que es el más excelente. La persona es consciente que el camino que sigue es inacabable, y no considera nunca que ha llegado al final. Conoce bien sus carencias y no llega a pensar que ha conseguido superarlas. No tiene pensamientos orgullosos, sino humildes. Avanza diariamente adquiriendo más habilidad que el día anterior; el proceso es interminable.

Y si no podemos alcanzar el entendimiento verdadero nosotros solos, no estará mal consultar con alguien dotado de buen sentido. El asesor, al no afectarle directamente la cuestión, tomará su decisión con entendimiento franco y desinteresado.

¿Y para qué ser perfecto?