Interiorizamos, para “bien” y para “mal”
- mentestudiosa
- 23 dic 2015
- 2 Min. de lectura

Lo hacemos continuamente. Me refiero, principalmente, a actitudes, a comportamientos.
Por la experiencia del día a día, unida a nuestros conocimientos, vamos interiorizando/automatizando reacciones. A fin de cuentas ese conjunto de interiorizaciones es la base de nuestra personalidad. Lo importante es darse cuenta que eso ocurre y condiciona, en gran medida, nuestra conducta; pero, también, entender que no es inmutable.
Así que no debería extrañarnos, si recordando y comparando con nuestro pasado, nos damos cuenta que hemos cambiado. Mas bien alegrarnos, digo yo. Eso sería síntoma que evolucionamos, que somos capaces de cambiar.
Pensemos un poco. ¿Acaso nuestra opinión sobre, por ejemplo, la violencia hacia las personas no ha sufrido un cambio de planteamiento? Posiblemente, cuando éramos jóvenes teníamos una actitud más proclive, por nuestra mayor vitalidad en gran medida. Y a medida que sumamos años y experiencias nos vamos percatando de que, en ocasiones, se puede evitar esa reacción beligerante.
Quizás porque nuestra energía ha disminuido, puede que porque entendemos que hay otras maneras de afrontar los conflictos, probablemente porque reconocemos que la agresión no es la mejor solución. De alguna forma hemos establecido otras pautas conductuales.
¡Cuántas veces escuchamos! “Yo soy así y no puedo cambiarlo” es algo que dicen quienes muestran un temperamento que quieren aparezca como inamovible.
¿Es una personalidad de gran autoconfianza o, quizás, una intransigente que no quiere rectificar?
Pero no se trata de estresarse pensando en cambiar, inmediatamente, toda nuestra forma de ser. Sólo es necesario estar abierto a romper con la inmovilidad; los cambios se producirán solos.
Porque, aunque no lo creamos ni puede que lo deseemos, lo estamos haciendo continuamente en cierta medida. Se trata de advertir y aprovechar esa posibilidad de cambio, como algo bueno para nuestra persona, para que esa evolución que no cesa.
Por ello es tan importante la educación, porque ayuda a modificar esos planteamientos internos. Si estamos “abiertos” a nuestro alrededor, podremos darnos cuenta que hay otra manera mejor de, en este caso, reaccionar. Con sensibilidad para los matices y las diferenciaciones de la realidad.
Claro que “cuesta”. Lo primero es asumir que no somos infalibles, que a pesar de nuestro conocimiento y experiencia aun se puede aprender algo.
Y es costoso porque implica un ”golpe” a nuestro “yo”,
al que solemos tener en gran estima.
Comments