¡¿Qué vemos?! 1ª parte
- mentestudiosa

- 20 mar 2016
- 2 Min. de lectura

Hace unas semanas tuve la oportunidad de leer “LOS ENGAÑOS DE LA MENTE”, de Stephen L. Mackink y Susana Martínez Conde. Y me surgió la idea de exponer algunas de sus ideas. Paso ahora a trascribir las primeras, que me han resultado muy interesantes; pues nos muestran cómo y qué vemos.
La información que recibe la retina se envía por el nervio óptico al cerebro; y entra en forma de patrón. Lo que hacemos es procesar patrones relacionados con objetos, personas, acontecimientos y escenas para construir la representación del mundo.
Hay neuronas que se activan en respuesta a los contornos, curvas, movimientos, etc. Las hay binoculares, que responden a la estimulación de ambos ojos. Otras responden sólo cuando el objeto se mueve de izquierda a derecha. Hay multitud de neuronas diferentes. Así se acaban detectando la presencia de contrastes, bordes, color, etc., para acabar construyendo objetos enteros. Cada retina recibe una simple imagen bidimensional, pero percibimos un mundo tridimensional.
El cerebro compara la imagen con el contexto, lo que puede hacernos creer, por ejemplo, una dimensión errónea. Inventamos gran parte de lo que vemos, “rellenamos” los huecos de dos escenas visuales, que el cerebro no puede procesar, con la riqueza de nuestra experiencia visual. Porque tenemos unas limitaciones, en el número de neuronas y conexiones neuronales; por ejemplo, la imagen visual que percibimos por cada ojo ronda un megapíxel.
No somos muy buenos estimando el nivel de luz física que existe a nuestro alrededor. Pues el iris se adapta al nivel de luz para ayudar a que las distintas señales luminosas sean accesibles de cara a su procesamiento neuronal.
Mirando el cielo azul un día despejado, las estrellas siguen estando allí, brillando como siempre, pero no podemos verlas. Ello se debe a las cantidades comparativas de luz que nos llegan a los ojos de día y de noche.
De noche, una estrella produce un diez por ciento más de luz que la luminosidad dispersa de la atmósfera que la rodea. Durante el día, el cielo azul es diez millones más luminoso que el más oscuro de los cielos nocturnos.
El contraste entre lo que hay en primer plano y el fondo constituye la señal fundamental que usa el cerebro para crear en la mente la imagen de la estrella. Sin ese contraste, las neuronas del cerebro no tendrían nada que decirse unas a otras.
El contraste es la diferencia que hay entre un objeto y todo aquello que lo rodea. Si no hay ninguna diferencia en cuanto al color, la luminosidad o la textura, entonces no habrá contraste visible, sea cual sea la cantidad de luz que reciba el objeto.
Estas son algunas de las maneras en que procesamos la información que nos llega por los ojos. Así podremos comprender, algo más, el por qué nuestros ojos son incapaces de detectar algo si no se produce algún cambio.














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