Nuestra percepción sobre las cosas
- mentestudiosa
- 11 may 2016
- 2 Min. de lectura

Tomemos un ejemplo concreto, las drogas; sean legales o ilegales, no importa su clasificación.
Es algo personal, que cada uno entiende en su gravedad o no. Nuestro individualismo, rodeado del ambiente social y cultural, nos hace reconocer a las drogas como un indudable componente de nuestra vida.
Cuando somos, y nos consideramos, jóvenes somos más propensos a creer que podemos hacer frente a todo, que nada nos puede; por ello, las drogas y sus efectos nos resultan controlables. Con el paso del tiempo sabemos que no es tan fácil, que nos afectan tan profundamente que somos vulnerables.
Aunque, al inicio, nos resistimos a entenderlo en toda su magnitud. Posiblemente observemos sus consecuencias en nuestro alrededor, aún así nos aferramos a nuestra visión tan particular, porque somos ignorantes de la reacción tan compleja del organismo. El cuerpo, incluso el exclusivo y privado, necesita de equilibrio, que rompemos con las drogas.
Eventualmente justificaremos nuestro proceder por la “presión” a que nos encontramos sometidos en el entorno. O por la libertad que nos proporciona, para hacer/decir; ya que creemos que nos aporta una fuerza de la que carecemos.
Sí, son unas excusas recurrentes, válidas de alguna manera si nos iniciamos en un momento de precaria personalidad. Pero aprender a convivir con las drogas es difícil, es una constante batalla. En ocasiones la vuelta atrás es irrealizable, los daños son tantos que no pueden resolverse.
Quizás porque copiamos actitudes que ansiamos, envidiamos lo que otros obtienen. Y puede que caigamos en un egocentrismo que nos envuelva, perjudicándonos. Las referencias de otras personas a las que admiramos, la comprensión más certera de las circunstancias, son alicientes para imitar otros modelos de salud, de relación, de alcanzar sueños.
Si tenemos afianzadas las ideas sobre lo que es bueno o malo, justo o injusto, una aspiración es transmitir y percibir el saber necesario para valerse eficazmente en la vida. Este pragmatismo, esta utilidad superficial es una primera etapa hacia la búsqueda del conocimiento objetivo.
Ya que no se puede llegar a descubrir la verdad de las cosas
centrándonos en su apariencia y desentendiéndonos del contenido.
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