Han transcurrido ya las vacaciones

Y solemos tener la sensación que no las hemos aprovechado lo suficiente.

Quizás, porque planeamos cuántas cosas íbamos a hacer y, después, nos falta tiempo o ganas, o energía, o voluntad, o una combinación de varias de estas causas.

Nos emplazamos para que no nos vuelva a suceder la próxima vez; pero, posiblemente, se repetirá.

Hemos planificado mal, no hemos sabido evaluar correctamente nuestro estado. Pero, la verdad, es que más o menos hemos salido de nuestra rutina; y eso es lo que agradece nuestro organismo.

Queremos hacer algo muy diferente a lo que realizamos habitualmente y no lo conseguimos de manera satisfactoria.

Llevamos a cabo tareas que no imaginábamos que haríamos, aprendimos funciones que no esperábamos, no realizamos otras que considerábamos necesarias. Pero esto es razonable, pues cambiamos las prioridades adaptándonos a las circunstancias; y lo hacemos porque lo consideramos más importante, por lo cual creo que es bueno.

Y en el caso que no hiciésemos nada de lo previsto, porque nos hubiéramos ocupado más en reflexionar, y en relajarnos, tampoco estaría mal. Al contrario, sería más que aceptable.

No sé cuál es tu caso, pero opino que no has/hemos de preocuparnos. Hemos vivido esos días como hemos querido. Sí, como hemos deseado. Porque hemos optado por lo que en cada instante creímos oportuno.

Y las próximas vacaciones serán, en definitiva, las que decidamos.