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El ego en la relación, en la negociación

  • Foto del escritor: mentestudiosa
    mentestudiosa
  • 12 oct 2016
  • 1 Min. de lectura

El sentido que tenemos de nuestra estima personal es muy relevante; nos hace sentir seguros, en cierta medida, de nosotros mismos. No sólo en los quehaceres diarios, sino en las relaciones con los demás.


El problema, pienso, comienza cuando lo potenciamos de tal manera que nuestro ego se hace más grande que nosotros mismos, haciéndonos creer superiores a nuestras verdaderas capacidades y, en consecuencia, a los demás.


Todo esto se traduce en una actitud condescendiente, de no saber escuchar. En el caso concreto de la negociación, sea en una relación o en un negocio, esta ignorancia de la verdadera realidad es preludio del error.


Entonces, el fracaso es principalmente debido a ti. No se puede culpabilizar de los fallos provocados por tu soberbia desmedida a otros, que se defienden de ella. Si quien está al otro lado percibe tu falseada apariencia, puede utilizarla a su favor; haciendo que tú mismo seas el artífice de su victoria, en un juego de ganar-perder.


El ego exacerbado te imposibilita razonar adecuadamente, no entender acertadamente lo que sucede y por qué. Y, mientras no reflexiones y reconozcas tus cualidades y limitaciones, seguirá produciéndose.


Además, es un escollo para la rectificación. Pues es difícil, con semejante confusión mental, reconocer que estás equivocado.


Yo propongo una manera de tratar de recuperar el equilibrio. Primero, convencerse que siempre hay alguien mejor que uno aunque no le conozcas. Segundo, darse cuenta, observando el entorno, que no eres superior a otro salvo en casos en estatura. Tercero, admitir que el respeto mutuo posibilita reducir los periodos que estás en tensión, mejorando tu salud.

Sólo es preciso ponerla en marcha.

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