Parece que estamos viviendo una fantasía

Es algo natural querer que todo vaya a mejor, que se solucionen los problemas que nos acucian; para recuperar la tranquilidad.

No queremos pensar que estemos en dificultades, mucho menos que seamos impotentes para seguir avanzando; creemos que las cosas han de evolucionar para conseguir mayores cotas de prosperidad, que es transitorio el descenso pero que vendrá una gran subida… para recuperar la tranquilidad.

Detestamos escuchar mensajes y voces de quienes advierten de colapso, de quiebra, de recesión. Y preferimos a quienes edulcoran la verdad hasta transformarla en una gran mentira… para recuperar la tranquilidad.

Pero si abrimos la mente al conocimiento, a la cruda realidad, nos daremos cuenta que no estamos en disposición de engañarnos por más tiempo. Que es necesario abordarla.

Hemos de asumir que las crisis se unen, se fortalecen entre sí; no sólo la energética, o la climática, o la económica, o la social. Pues por mucho que lo neguemos están empeorando factores determinantes como las materias primas y el ecosistema; no existen fórmulas milagrosas e inmediatas que reviertan su rumbo.

Claro que puede entenderse como pesimista. Y a veces me gusta olvidarme de lo que comprendo. Y soñar.

Nos guste o no, podemos y tendremos que hacer algo; sí, sacrificios si lo comparamos con la situación actual. Por ejemplo, ser más austeros; asumiendo las consecuencias que ello conllevaría de decrecimiento, de pérdidas.

Tendremos que replantearnos todo, el trabajo, el ocio, el consumo, la sociedad; todo.

Sólo son unas reflexiones en las que, en ocasiones, me paro a pensar.