¿Cuántas veces, al día, das o te dan las “Gracias”?

Son pequeñas cosas, pero nos cuesta pronunciarlas. Sentirlas nos resulta algo más difícil.

Dada la acelerada sociedad en la que vivimos, donde muchas de las relaciones son breves, superficiales, funcionales (para/por una tarea en concreto) parece como si fuera comprometedor dar unas sentidas “gracias”.

No se trata de hacer una contabilidad de “pagos” y “recibos”. Es más sencillo, consiste en percibir lo que otros hacen y mostrar nuestro reconocimiento. Dedicando un poco de energía y de esfuerzo, implicarnos (al menos, algo) emocionalmente; no es preciso saturarse. Acompañando las “gracias” con una sonrisa, o un gesto amable, no está de más.

Es una cuestión de reciprocidad, te ves a ti mismo.

Otra fórmula es, por ejemplo, al acabar el día realizar una lista con las cosas por las que estamos agradecidos, basta con las ocurridas esa jornada. Ello nos ayudará a darnos cuenta de la generosidad que nos rodea y de la cual somos partícipes.

Quizás, también, te anime saber que está demostrado, por estudios científicos, que el agradecimiento incrementa la felicidad, e incluso mejora la calidad del sueño.

¡Pongámonos a ello!

¡¡¡GRACIAS!!!