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Un poco de sentido de la realidad y, también, de sentido común

  • Foto del escritor: mentestudiosa
    mentestudiosa
  • 27 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

En muchas movilizaciones sociales (como, por ejemplo, la reivindicación de un referéndum sobre la independencia de Cataluña, o algunas luchas por reivindicaciones laborales, etc.) se dan varias circunstancias comunes; analicemos algunas:


  • Se unen grupos diferentes, con fines distintos, con estrategias diversas (incluso contrapuestas). Con el paso del tiempo unos son “anulados” por otros, convertidos en dependientes, subordinados. Se unifican y pierden la complejidad original; y se uniformiza la representatividad.

  • El movimiento reivindicativo, en determinado momento, tiende a dejar de estar guiado/tutelado por los grupos que lo encabezaron/iniciaron. Toma inercia propia.

  • Excluyen a aquellos que opinan distinto. Les señalan como método para compactar al grupo, para crear un enemigo y así responder a las presiones externas.

  • Justifican, por miedo a quedar en evidencia, acciones que, en otro momento, rechazaban o se avergonzaban. La incoherencia hace su aparición de manera clara.

  • Se deja de analizar y reflexionar con objetividad la realidad, que se mezcla con fantasía y con utopía.


Pero, a medida que avanza la movilización quedan al descubierto contradicciones y mentiras. Y parece: que no existe una posibilidad de entendimiento, porque los canales de comunicación se obstaculizan; que no hay interlocutores válidos para resolver el problema.


Las tensiones de las alianzas dentro de los grupos crecen. Entonces las dudas por una posible traición interna se intensifican, así como se radicalizan las posturas. Nadie quiere rectificar, para no parecer traidor, cobarde o, sencillamente, imbécil. Y predominan las posiciones extremistas. El miedo entre los miembros de los grupos se propaga. Son momentos cruciales.


Si no hay líderes de esos grupos, que sepan analizar con realismo la situación, que tengan la valentía para explicarla y tomar decisiones en consecuencia, el movimiento sufrirá una frustración total. Esos líderes han de saber que muchos de los miembros de los grupos comparten, en silencio, su actitud; y, también, que serán relevados próximamente por quienes tenían el espejismo de conseguir el fin imaginado.


Porque después del desengaño vendrán las justificaciones, nunca asumir las responsabilidades. Para tratar de transmitir, una vez más, que son otros quienes impidieron, que sólo ellos son los acertados. La falta de autocrítica será la tónica general.


Y esto ocurre, posiblemente, entre otros factores, porque:


  • Cuando nos ciegan las pasiones/emociones aparcamos el razonamiento.

  • En compañía solemos ser más maleables; pues tendemos a perder la entidad personal en favor del conjunto.

  • Deseamos ganar, sobre todo cuando estamos perdiendo continuamente expectativas, esperanzas. Y ello nos impulsa a soñar con un futuro mejor.

  • Pensamos, erróneamente, que un pequeño y puntual esfuerzo es suficiente para cambiar todo drásticamente.


Comprendo que no es sencillo hacer valer tu personalidad cuando has de convivir. Y que es fácil dejarse arrastrar por la corriente, aunque no lleve a donde quieres.


La vida nos exige llevar a la práctica nuestros verdaderos anhelos.


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